En Turín, Italia, san Máximo, primer obispo de esta sede, que con su paterna palabra llamó al
pueblo pagano a la fe de Cristo, y con sólida doctrina lo condujo al premio de la salvación
eterna. († c.465).
Obispo y escritor de teología. Nació probablemente en Retia, alrededor del año 380. Murió poco después del 465.
Únicamente existen dos fechas comprobadas históricamente acerca de su vida. En 451 fue enviado al sínodo de
Milán en el que los obispos del norte de Italia aceptaron la famosa carta (epistola dogmatica) de León I. En ella se
definía la doctrina ortodoxa de la Encarnación en contra de los nestorianos y eutiquianos (Mansi, "SS. Conc. Coll.
Ampl.", VI, 143). Máximo es el octavo de diecinueve firmantes, y como el orden se determinaba por la edad,
Máximo debe haber tenido cerca de setenta años. La segunda fecha establecida es el 465, cuando él estuvo en el
sínodo de Roma (Mansi, VII, 959, 965 ss.). En este caso la firma de Máximo sigue inmediatamente después de la
del Papa, demostrando con ello que él era el más anciano de los 48 obispos presentes. La fecha aproximada y el sitio
de su nacimiento pueden ser deducidos de un pasaje del Sermo 81(P.L., LVII, 695), en el que él mismo se nombra
testigo del martirio de tres sacerdotes misioneros en 397, en Anaunia, en los Alpes de Retia. La historia no hace
mención alguna de él después del 465. Es el primer obispo de que se tiene memoria en Turín, que en ese entonces
era diócesis sufragánea de la sede de Milán. Su sucesor fue san Víctor. Su nombre aparece en el martirologio
romano, el día 25 de junio, y la ciudad de Turín lo honra como su santo patrono. Después del siglo XI se escribió
una biografía suya, de muy poca credibilidad, que está en las "Acta SS.", de Junio, VII, 3ª, edición, 44-46. En ella
se narra, por ejemplo, que cierto día, un clérigo lo siguió con aviesas intenciones hasta una capilla desierta a la que
el santo frecuentemente se retiraba a orar. De repente, el clérigo fue presa de tal sed que debió pedir ayuda a
Máximo. Una cierva pasaba ahí en ese instante y Máximo la detuvo para que el clérigo pudiera beber de su leche.
Esta leyenda explica porqué san Máximo siempre es representado señalando hacia un ciervo.
Nombre:
Máximo (Masculino)
Muerte:
En Turín en la actual Italia
Celebración:
25 de junio
Fue autor de numerosos discursos, editados en primera instancia por Bruni, y publicados por órdenes de Pío VI en Propaganda Fidei en 1784 (reimpresos en P.L., LVII). Esos discursos,
pronunciados por el santo ante el pueblo, consisten de 118 homilías, 116 sermones y seis tratados (tractatus).
Las homilías 1-16 son de tempore, o sea, siguiendo los tiempos del calendario litúrgico y en las fiestas de Nuestro Señor; 64-82, de sanctis, o sea, pronunciadas con ocasión de
la fiesta del día; 83-118, de diversis, o sea, exegéticas, dogmáticas y morales. Los sermones 1-55 son de tempore; 56-93, de sanctis; 93-116, de diversis. Tres de los tratados se
refieren al bautismo, uno es apologético contra los no creyentes, y uno contra los judíos. De los últimos dos sólo quedan fragmentos, de cuya genuineidad se duda. El sexto tratado,
de cuya genuineidad también existen dudas, contiene breves discursos sobre 23 temas sacados de los Cuatro Evangelios. Un apéndice recoge escritos de incierta autoría: 31
sermones, tres homilías y dos epístolas largas, dirigidas a un amigo enfermo. Muchos de los escritos que Bruni atribuye a Máximo son de dudoso origen. Los discursos son generalmente
muy breves y redactados en un lenguaje muy fuerte, aunque a veces demasiado florido.
Entre los muchos temas de liturgia e historia tratados en los discursos están: la abstinencia de la Cuaresma (homilía 14), la prohibición de ayunar y arrodillarse para orar durante
el tiempo pascual (homilía 61), el ayuna de la vigilia de Pentecostés (homilía 62), el sínodo de Milán del año 389, en el que fue condenado Joviniano (homilía 9), la próxima
invasión de los bárbaros (homilía 94), la destrucción de la iglesia de Milán a manos de los bárbaros (homilía 94), varias supersticiones paganas que aún sobrevivían en su tiempo
(homilías 16, 100-102), la supremacía de san Pedro (homilías 54, 70, 72; sermón 114). Todos sus discursos manifiestan gran preocupación acerca del bienestar de su grey. En
muchos incluso ataca los resurgimientos del paganismo y defiende la fe ortodoxa frente a los ataques de la herejía.