En Nitra, en los montes Cárpatos, muerte de san Ladislao, rey de Hungría, que restableció en
su reino las leyes cristianas dictadas por san Esteban, corrigió las costumbres, dando él mismo
ejemplo de virtud, y propagó la fe cristiana en Croacia, que había sido incorporada al reino
húngaro, estableciendo la sede episcopal de Zagreb. Murió cuando se disponía a una guerra
con Bohemia, siendo enterrado en Varadino, en Transilvania (1095).
Pasó su niñez y juventud en un ambiente cargado de intrigas políticas y dinásticas, y en 1077, Ladislao ocupó el
trono de Hungría. Inmediatamente fueron negados sus derechos reales por su hermanastro Salomón, quien tomó las
armas contra él, pero fue derrotado en el campo de batalla por el soberano húngaro.
Su piedad tan fervorosa como bien equilibrada se expresaba en su celo por la fe, en el escrupuloso cumplimiento de
sus deberes religiosos, en su estricta moral y en la austeridad de su vida. Se había despojado de toda ambición personal,
y sólo por su sentido de la obligación, aceptaba la dignidad que le habían echado sobre las espaldas. Dentro
del propio territorio de Hungría, el rey tuvo que soportar numerosas invocaciones por parte de tribus bárbaras a
quienes venció triunfalmente y entregó todos sus esfuerzos para que ellos conociesen el cristianismo.
A solicitud suya, la Santa Sede reconoció como dignos de veneración al rey Esteban I, a su hijo Emeric, así como a Gerardo, el obispo mártir. Falleció en Bohemia, a principios
del año 1095 cuando sólo tenía cincuenta y cinco años de edad.
Otros Santos: Cirilo de Alejandría, obispo y doctor; Santa María Virgen del Perpetuo Socorro; Zoilo de Córdoba; Beato Tomás de Orbieto; Ladislao de Hungría; Anecto, mártir;
Crescente, Sansón y Juan, obispos.
Nombre:
Ladislao (Masculino)
Nacimiento:
El 27 de junio de 1040 en la actual Polonia
Muerte:
El 30 de junio de 1095 en Nitra en la actual Eslovaquia